Nana de lluvia
Aunque venga la noche
el mar nunca se calma,
como un loco en el monte,
baila siempre su danza.
Sólo acepta el consuelo
de una voz que le canta
esta nana de lluvia
que ella esconde en su alma.
Una mujer sin nombre
que se acerca descalza
cada noche a la orilla
y le canta enlutada:
"Te has quedado a mis hombres.
Yo no quiero venganza,
vengo a darte cariño,
vengo sola y sin armas."
"Quiero que estés,
como cada mañana,
junto a mis pies
enredado en mi falda."
"Duerme, mi mar
que ya llega la calma."
"Contigo soñaré,
te cuidaré,
te mimaré,
te cantaré."
Luego llora de espaldas
para que el mar no vea
cómo grita su alma,
cómo llora su pena.
"Otro mar muy enfermo,
otro mar más sediento
se comió a mis amores,
me ha secado el aliento."
"No es el mar que yo veo,
otro mar que no siento,
otro mar de allá lejos,
otro más más violento."
Y le habla a su Ría,
siempre sola y descalza,
con su mano en las olas
acaricia su espalda.
("Nana de lluvia", una preciosa canción de Carlos Núñez. año 2000)




Ben, xa sei, ¿qué pasa? A min esto de que vintedous tíos se pasen hora e media dando patadas a unha pelota sobre un campo de herba como que nunca me atraeu gran cousa. Gran cousa non: recoñezo que o fútbol tráeme absolutamente sen coidado. Pero acábome de enterar de que o Celtiña volta á Primeira División, e como un é de Vigo, pois ¡qué carallo! Alédome moito, sí señor.
A ver si alo menos os xogadores deixan de tira-los cartos en Charme e nas discotecas máis pixas da ciudade, e espabilan e non dan outro ano de infarto a tódolos forofos que teñen por acá, que son moitos e non gañan para sustos, pobriños.
