Izarrak gurekin daude
Hay varias canciones vascas que consiguen ponerme la piel de gallina: Mariñelaren zai, de Sorotan Bele (ya la puse hace tiempo en el blog); Ezpada, de Gozategi; o Maitia nun zira?, cantada por Dulce Pontes con Kepa Junkera. "Lau teilatu" es, desde luego, la más especial. Es una canción cargada de felicidad, de sana añoranza, de buenos momentos y tiernas sonrisas. Ahora, mientras la escucho y escribo, recuerdo con emoción una noche temprana de febrero de hace años, en pleno invierno, caminando despacio por la alameda de Fonseca, en Santiago, pisando las hojas secas del otoño ya pasado, bajo la centenaria mirada de los árboles, viendo salir las estrellas. Sí, las estrellas, tal como dice la canción... izarrak gurekin daude: las estrellas están con nosotros.
Leí hace años que hay recuerdos tan preciosos, dulces y reconfortantes que nos vamos con ellos a la tumba, porque no necesitamos buscar en la aprobación ajena la satisfacción que no acaba de aportar por sí solo ese recuerdo. Hay recuerdos tan valiosos que uno se los guarda para siempre, sin que nadie tenga que enterarse de nada, porque el recuerdo en sí lo llena todo, se basta él solo para hacernos felices con sólo acudir a su encuentro. Por eso este momento pierde sus pasos en la alameda de Fonseca, elevándose hacia las estrellas, sobre las luces risueñas de la vieja Compostela, en una fría noche de invierno de hace años, hasta alejarse de estas líneas mientras "Lau teilatu" sigue sonando, llenándome el alma de recuerdos. A fin de cuentas, izarrak gurekin daude, piano baten soinuaz. Qué importa todo lo demás.
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