Cuento con tu risa
La asquerosa traición de Zapatero a las víctimas y a la democracia provoca el enfado de cualquiera. Estas últimas horas he visto altas dosis de lógica y justa indignación, y no es para menos: esta puñalada trapera del Gobierno a los españoles es uno de los hechos más ignominiosos que recuerdo en todos los años que llevamos de democracia. Pero no podemos ponernos tristes ni dejar que nos venza la adversidad.
La foto que veis sobre estas líneas la saqué el miércoles en la Velada por la Dignidad. La mujer de la silla de ruedas es María Jesús González, la madre de Irene Villa. En ese momento un cámara de televisión sacaba a los asistentes a la vigilia, ya de madrugada, junto a las velas y las rosas que habíamos puesto al lado de las fotos de las víctimas, entre ellas la de Irene. María Jesús sonreía, viéndose rodeada de gente. Fue el momento más bonito de la noche. Una mujer salvajemente mutilada por ETA, cuya hija se quedó sin piernas, sonreía al ver que no está sola. Recuerdo que cuando hablé con Alcaraz esa noche, le vi contento y alegre: él ha perdido a su hermano y a sus dos sobrinas de tres años, pero sabía que tampoco estaba solo y eso era suficiente para mostrar una sonrisa. ¿Cómo vamos a ponernos tristes nosotros?
No estamos solos, y no podemos abandonar a las víctimas, ni tan siquiera por que la repugnante traición de Zapatero nos invite al abatimiento. No podemos rendirnos, eso es justamente lo que quieren los asesinos. Tenemos que luchar, tenemos que rebelarnos ante esta vergüenza, salir a la calle y protestar. Tenemos, en fin, que conseguir que María Jesús, Irene y el resto de las víctimas sonrían como en esa foto. Nosotros tenemos los brazos y las piernas intactos. Sonriamos... y luchemos. Luchemos por la dignidad, la memoria y la justicia para quienes ya no van a volver a sonreír porque les han asesinado los "interlocutores" de Zapatero.
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